Por más desprecio y desaprobación que tengamos hacia la guerra y cualquier tipo de acto bélico, el hecho de que la bomba atómica es uno de los dispositivos más brillantes y devastadores concebidos por el ser humano, y que por ende es verdaderamente interesante, es algo innegable. Ojalá nunca se hubiese mal empleado el trabajo de tan grandes científicos, ojalá nunca se hubiesen utilizado estas bombas y ojalá nunca volvamos a caer en la estupidez de utilizarlas, pero no podemos ser tan hipócritas como para negar el extraordinario esfuerzo científico y tecnológico detrás de este complejo dispositivo. Conozcamos algunos detalles sobre la bomba atómica y su funcionamiento.
La bomba atómica
El funcionamiento de la bomba atómica fue ideado en forma teórica mucho antes de que pudiera convertirse en algo real y desde entonces, el desarrollo y perfeccionamiento de la misma ha dado lugar a diferentes variedades, cada vez más poderosas y destructivas. Sin embargo, el poder de estas armas fue empleado con objetivos militares únicamente en dos tristes ocasiones, durante la Segunda Guerra Mundial, en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
Estos nombres pasaron a la historia como sinónimos de tragedia y marcaron el inicio de un período sumamente oscuro en la historia humana, años en los que el mundo entero vivió con el miedo constante de la aniquilación nuclear, sumido en lo que se llamó la Guerra Fría. Sin caer en las particularidades propias de cada dispositivo en particular, a continuación analizaremos algunos de los aspectos teóricos fundamentales que hacen el funcionamiento de las bombas atómicas y los ataques nucleares.
El funcionamiento de una bomba atómica
El desarrollo de la bomba atómica engloba una serie de conocimientos de física y química acumulados durante décadas, en los que participaron nombres tan importantes como los de Antoine Henri Becquerel, quien descubrió la radiactividad del uranio; a Marie Curie, quien logró aislar el elemento radiactivo del radio, o a Einstein; que describió las propiedades físicas que luego se emplearon para la creación de la bomba.
El principio básico común al funcionamiento de todas las bombas atómicas es generar una reacción nuclear en cadena descontrolada, la cual libera una inmensa cantidad de energía y cuyo potencial destructivo es insuperado en términos de devastación y secuelas posteriores. Albert Einstein previó el poder de estas armas con su ecuación e=mc2, mostrando que al convertirse en energía, una masa libera un poder igual a su propia masa por la velocidad de la luz al cuadrado.
Por ejemplo, un gramo de uranio es capaz de proporcionar hasta 25 millones de Kilowatts al convertirse en energía (con varias excepciones pues mucha de esta energía se pierde durante la transformación) y esta reacción se logra escindiendo o rompiendo el núcleo pesado (atómico) rodeado de elementos más ligeros mediante un bombardeo de neutrones y en dos porciones aproximadamente iguales. El núcleo debe estar constituido por elementos fisibles o fisionables, tales como el uranio-235 o el plutonio-239. Así, las bombas atómicas pueden dividirse en dos grandes categorías: las de plutonio o las de uranio, dependiendo el material y el mecanismo que se use para generar una explosión nuclear.
Las bombas atómicas de uranio y plutonio
La bomba de uranio es más simple que la de plutonio y funciona cuando a una masa de uranio que aún no ha alcanzado el punto crítico de reacción en cadena descontrolada, se le añade una cantidad del mismo elemento para alcanzar esa masa crítica con la capacidad de fisionarse por sí sola.
De forma simultánea, a esa masa se le agregan más elementos que potencian la creación de neutrones libres. Esto produce una aceleración de la velocidad de la reacción en cadena, resultando en la destrucción del área que rodea el dispositivo debido a la onda de choque creada por la liberación de los neutrones.
Por otra parte, la bomba de plutonio es más compleja y moderna, y funciona rodeando una esfera de plutonio fisionable de explosivos convencionales especialmente diseñados para comprimirlo, aumentando su densidad tras reducir su volumen. Esto provoca una reacción en cadena de fisión nuclear descontrolada que se manifiesta con la liberación explosiva de inmensas cantidades de energía.
Este es el funcionamiento de la bomba atómica en sus términos más simples, generales y comprensibles. No está de más repetir que si bien el desarrollo de semejante tecnología resulta fascinante, el hecho de que el mismo se haya empleado para la guerra, el asesinato y la destrucción, es absolutamente repudiable.
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